Me expreso, luego existo

Me expreso, luego existo

Últimamente me ha rondado mucho por la cabeza un pensamiento en concreto, y lo cierto es que cuanto más lo analizo, más vehementemente lo creo:

– Las relaciones interpersonales son extraordinariamente mucho más complicadas de lo que parecen –

A priori parece algo bastante evidente, ¡claro que lo son! Pero mi pregunta es… ¿hasta qué punto puede llegar a ser difícil relacionarte con alguien?

¡Ojo! No hablo de amor, parejas ni almas gemelas. Hablo de comunicación, gente. A todos los niveles.

Todos tenemos una forma propia e intrínseca de comunicarnos, la cual está estrechamente relacionada con el mapa mental que cada uno hemos ido elaborando subjetivamente acerca de cómo funciona nuestro entorno, y por ende, de cómo funcionan las relaciones interpersonales. Este proceso se ha ido dando incluso antes de ser conscientes de ello.

Y nuestro pasado juega un papel fundamental.

De pequeños fuimos aprendiendo poco a poco a recibiremitir información. Según cómo nos llegaba este contenido y con qué finalidad, nosotros aprendimos a interpretarlo. De esta manera, no es difícil comprender por qué como humanidad hemos sido capaces de desarrollar miles de interpretaciones diferentes ante la recepción de un mismo mensaje.

Pongamos un ejemplo…

  • Para muchos de nosotros, si recibíamos un premio por hacer bien todas nuestras tareas, entonces ya sabíamos qué debíamos hacer para conseguir aquello que deseábamos (ya fuesen galletas, un paquete de cromos o un abrazo). Entendíamos que la vida funciona por trueques: yo tengo que dar/hacer x para recibir lo que quiero.
  • Para otros, funcionaba de manera diferente. No obteníamos pistas acerca de cómo satisfacer nuestras necesidades. Nos frustrábamos, aislábamos, lo buscábamos fuera de nuestro círculo familiar.
  • O en otras ocasiones, nos enseñaban a ser asertivos y expresarnos de forma honesta.

Claro que en esta cuestión influyen muchas variables y es complejo analizarlas todas. A parte de las básicas, como sexo, cultura, residencia, religión condición social, también influyen otras más aleatorias relacionadas con las circunstancias en las que nos criamos:

  1. Cómo fue nuestra educación escolar
  2. Con qué personas nos fuimos encontrando por el camino
  3. Cuáles eran los valores de nuestro padre/madre/cuidador
  4. Cómo estos valores nos eran transmitidos

Añadiendo un largo etc…

Pero esto son solo algunos ejemplos de una realidad que vivimos todos los días. La cuestión es… ¿cómo conseguir entendernos?  Bueno, como prácticamente cualquier cuestión relacionada con el comportamiento humano, no creo que exista un dogma genérico aplicable a cualquier situación (y si lo hay, no me lo creo…). Pero aquí os dejo 3 consejos que he ido aplicando y me han ayudado enormemente a la hora de tratar de entenderme con una personita nueva.

Y como siempre, comprobad por vosotros mismos todo consejo que os den desde fuera (no os creáis nada…).

 

1. Habla sobre tu pasado

En muchas ocasiones, es complicado (aun para las personas más cercanas) entender tus reacciones y sentimientos si no les pones en contexto. El hecho de contar pequeñas anécdotas sobre ti da muchas pistas acerca de cómo te criaste, cómo te enseñaron qué estaba “bien”“mal”, qué premisas tomaste como las correctas…

No es necesario que tu realidad sea la misma que la mía (de hecho, es poco probable), pero al menos ya sé de qué base partir para comprenderte.

 

2. ¡Exprésate!

Como sea y como puedas. Ya irás aprendiendo el modo en el que te sientas más a gusto. Y si aún no te sientes cómodo expresándote, ¡no lo hagas!, no pasa nada, ya llegaremos a ese paso. Pero no cargues en los demás la responsabilidad de llegar hasta ti sin dar tú el primer paso.

 

3. No des nada por hecho

Sí… llega un punto en el que conocemos tanto a una persona, que no podemos evitar interpretar sus gestos y sus palabras, y estar 100% seguros de lo que nos quiere transmitir.

Sin embargo, si la situación se complica, te sientes dolido o confuso, ¡simplemente pregunta! A menudo nos pasamos de listos sobreleyendo a los demás, o tenemos la certera confianza de que ellos pueden leernos la mente a nosotros al dedillo.

Ni de lejos… tenemos 1.000 cosas en la cabeza cada día… todos los días… al igual que los demás, y es realmente imposible estar pendiente de todo tu entorno las 24 horas del día. La experiencia me dice que la gran mayoría de las veces, las personas no tienen malas intenciones al actuar. Todo suele ser fruto de un malentendido, o motivaciones que no comprendemos hasta que éstas son expresadas.

 

Por todo esto, y porque por mucho que queramos, las relaciones no van a dejar de ser complicadas: exprésate… para una mejor existencia. 



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